Desde el pasado 1 de Junio de 2013, es obligatorio
la certificación energética de aquellos edificios puestos en venta o alquiler,
en España. Algo que, en vista de la novedad del concepto, ha añadido cierta
incertidumbre a los trámites llevados a cabo por caseros y vendedores de
edificios.
Pero… ¿en qué consiste este concepto realmente?
En un sentido estricto un certificado energético no
es más que un informe realizado por un profesional cualificado que calcula
la energía consumida por la vivienda en condiciones normales de uso, valorando
entre otros aspectos, el uso de la calefacción, la refrigeración, la ventilación,
el consumo de agua caliente
sanitaria y la iluminación.
A partir del informe,
se procede a la asignación de un valor alfabético, según la relación entre los
kilogramos de CO2 emitidos, divididos por los metros cuadrados de la
vivienda (kg CO2/m2 al año). Así, en el caso de un ratio
de emisiones por debajo de los 6,8 kg CO2/m2 al año se le
asigna la letra A, la mejor calificación. La calificación más pobre (la G) es
para aquellos inmuebles que superan los 70,9 kg C02/m2
anuales.
Dada la novedad del
concepto, para facilitar su compresión, el informe se hace acompañar de una
etiqueta, similar a la de los electrodomésticos, que recoge de forma gráfica la
información recopilada.
Ya entrados en materia, cabe plantearse la
finalidad de este certificado. En un plano legal, resulta un documento
indispensable para proceder a la venta o alquiler de un edificio. No obstante,
esta es una norma ambiental, que responde preferentemente a un cambio de
mentalidad, ya que el parque
inmobiliario español es en su mayoría anterior a la aparición en el mercado de
los conceptos de eficiencia energética o energías renovables, por lo que en su
mayoría carecen de materiales, elementos o diseños eficientes energéticamente.
De ahí, que la aparición de una certificación ambiental, como sinónimo de
calidad, pueda generar una tendencia hacia la mejora en términos de
sostenibilidad del parque de edificios. Hemos de incidir, que una mayor
eficiencia energética no solo se manifiesta en una menor emisión de CO2
, sino que es una baza importante para los contribuyentes al conllevar una
reducción de la factura energética de nuestros hogares. Por ello, no es de
extrañar que tanto inquilinos como compradores primen los certificados
energéticos de mayor calificación.
Así las cosas, no es de extrañar,
que se demanden los servicios de una consultoría ambiental, tanto para mejorar
la eficiencia energética de un edificio en sí, como para la tramitación de la
documentación pertinente.
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